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Haz que tu hijo controle sus emociones con estos consejos

los sentidos en un bebé

Calmar con los sentidos

Nuestros sentidos nos ayudan a «dar sentido» a lo que ocurre en el mundo fuera de nuestro cuerpo. Aprendiendo a interpretar la información que nos llega de los sentidos y a producir una respuesta adecuada, es como los niños pequeños desarrollan el lenguaje, las habilidades sociales y la coordinación motora. Un niño pequeño ve, oye y siente su camino por el mundo y, en función de la información que recibe a través de sus sentidos, aprende rápidamente qué movimientos funcionan para llegar a su destino y cuáles obtienen una respuesta positiva de los adultos.

Los sentidos también desempeñan un papel crucial en el desarrollo de la regulación emocional de los niños. Cuando estamos preocupados, estresados o alterados, nuestro sistema sensorial se vuelve más «alerta» o sensible a las sensaciones. Como adultos, tenemos la capacidad de razonar con nosotros mismos en una situación de estrés para ayudarnos a mantener la calma, por ejemplo, pensando «Todo irá bien», o «Encontraremos una solución», etc.

Sin embargo, los bebés y los niños pequeños aún no han desarrollado la capacidad de razonar y reflexionar. Por lo tanto, los profesionales deben proporcionar la información sensorial necesaria para calmar el sistema sensorial del niño, que a su vez regula sus emociones, es decir, para ayudarle a sentirse tranquilo. Por ejemplo, para calmar a un niño que llora o está desregulado emocionalmente, hay que proporcionarle sonidos calmantes (como canciones o palabras tranquilizadoras), movimientos (como un suave balanceo), tacto (como mimos o una manta favorita) y sabores y olores.

Aprender a autocalmarse

Con el tiempo, el niño (que suele tener entre 2 y 3 años) aprende a hacerlo por sí mismo (lo que se conoce como «autocalentamiento»). Puede aprender a chuparse el dedo, a buscar ese peluche o a mecerse cuando está molesto. A medida que el niño vuelve a ser mayor (3-7 años), empieza a depender cada vez menos de otras personas para sentirse tranquilo y, finalmente, empieza a razonar como estrategia alternativa para calmarse. Sin embargo, esta etapa de regulación emocional autosuficiente depende de dos factores esenciales que se dan en los primeros años del niño: un cuidador atento que pueda identificar cuando el niño está molesto y responder rápida y adecuadamente y la exposición a una variedad de experiencias sensoriales diferentes para que el cuerpo del niño pueda aprender qué sensaciones son calmantes y a integrar muchas sensaciones a la vez.

bebe autocalmarse

Por lo tanto, dentro de una guardería, el enfoque de la enseñanza y la gestión de la regulación emocional tiene también dos vertientes. En primer lugar, los profesionales deben proporcionar un entorno seguro y enriquecedor y un enfoque coherente para gestionar las emociones. Esto significa tener una rutina consistente, reglas y límites claros sobre el comportamiento y muchas recompensas y refuerzos positivos (sonrisas, pegatinas, chocar los cinco) para cuando los niños manejan sus emociones adecuadamente. También es esencial asegurarse de que todo el personal responda de forma coherente y calmada. Intente tener diferentes zonas dentro de la guardería, por ejemplo, un rincón de tranquilidad/calma donde los niños puedan elegir ir si se sienten molestos/cansados o abrumados para hablar tranquilamente (una vez que se hayan calmado) o pasar tiempo con un libro o un juguete.

Proporcionar oportunidades de juego

El segundo aspecto para mantener la regulación emocional en una guardería es proporcionar muchas oportunidades para actividades de regulación sensorial. Esto significa tener una gama de oportunidades de juego sensorial a su disposición, tales como: movimiento (por ejemplo, columpios y equipos de escalada), texturas (por ejemplo, arena, agua, plastilina), sonidos (música, espacios tranquilos) y libros y dibujos para que los miren.

El juego en la naturaleza/al aire libre ofrece una amplia gama de experiencias sensoriales y oportunidades para que los niños pequeños utilicen sus sentidos de diferentes maneras, por ejemplo, haciendo equilibrio en un tronco, caminando por el barro, haciendo crujir las hojas, escuchando el canto de los pájaros, los diferentes olores de las plantas y las flores. Al tener espacio para explorar su entorno, los niños aprenden a desafiar y calmar sus cuerpos a través de sus sentidos.

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